Mi madre (lo que mi madre escribe de mi abuela)

Oí decir muchas veces a mi madre que era muy desgraciada por no haber tenido padre ni hermanos. Era triste escucharlo.

Se quedó sin padre a los nueve días de nacer, en el 1927. En las fotos de boda mi abuelo Pedro, se ve un joven fuerte y apuesto. Por un acaloramiento trabajando (tuvo que ir a recoger los burros que se le habían escapado a su hermano adolescente) en agosto, murió de una pulmonía. Con unos antibióticos se hubiera salvado.

Como mi abuela no se volvió a casar tampoco pudo tener hermanos. Sí que tuvo abuelos y muchos tíos y tías jóvenes solteros trabajadores y alegres. Con ellos se refugió mi abuela totalmente deprimida con su hija recién nacida después de vender la casa. Es fácil imaginar su sufrimiento que logró superar poco a poco con su familia.

Me imagino a mi madre muy querida por su abuela y tías. Su abuela le regalaba por reyes ropa y utensilios de cocina pequeños con los que le enseñó a hacer su comida en una olla pequeñita donde cocía cada día un pajarito.

Nombraba mucho a sus abuelos y siempre para bien.

Como mi madre no tuvo hermanos nosotros sus hijos no tuvimos tíos ni tías por su parte solo un tío Bonifacio, hermano de mi padre, que aunque no vivía en el pueblo cuando llegaba nos colmaba de atenciones y cariño.

Sí tuvimos tías abuelas como Micaela, Asunción, Consuelo, María, y tíos abuelos Fernando, Santiago, y sus correspondientes maridos y mujeres. Los hijos de estos, todos primos de mi madre también fueron nuestros tíos-primos. Marujita y Enrique, los del tío Manolo, Fernando y Santiago y los de Consuelo que vivían en Guinea y cuando al venir de vacaciones pasaban por Canarias nos traían algún regalo. Telas de nylon, faldas de tergal, zapatillas del dedo… Ellos tenían de todos los caprichos modernos como cámaras de vídeo, fotos tebeos y álbumes llenos de las tres pelis de Sissi que me producían mucha envidia.

Para mi eran inalcanzables igual que para mis hermanos.

Con esta tía Consuelo, poco mayor que ella , salía a pasear mi madre en sus años mozos. Con ella está en varías fotos de su mocedad. E incluso cuando tuvo Consuelo novio, salían los tres.

La primera foto de estudio de mi madre es la de una niña muy rubia casi bebé muy bien peinada y vestida sentada en el brazo de un sillón pero toda vestida de negro, incluído el hermoso lazo del pelo. Impactante.

De pequeña fue una niña miedosa y tímida en eso me parezco a ella, y eso en la familia de los López estaba penado. Ellos eran todos valientes, decididos y muy competitivos.

Vivieron con ellos en el cortijo, donde recordaba las apuestas de darle la vuelta por la noche a oscuras y siempre ganaba su prima Adela, auténtica López, y en el pueblo en la calle General Marvá, hasta que mi madre se casó.

En la siguiente foto de estudio de mi madre, con unos siete años,  viste de blanco totalmente, muy tableado y liso. No sonríe. Parece melancólica sin expresión. Sigue siendo muy guapa y en su justo peso aunque contaba que siempre había comido mucho. Quizás fuera su foto de primera comunión.

Hay otra foto de estudio, con doce años aproximadamente, en la que muestra un vestido blanco con muchos volantitos encantador. Sentada con las piernas cruzadas y las manos apoyadas en el asiento imitación piedra. En esa foto está encantadora. No recuerdo si sonríe o no,  pero los volantes del vestido ya sonríen lo suficiente para que sea una foto preciosa que transmite romanticismo. Creo que también hay un ramo de flores dejado caer en el poyete.

La siguiente foto de estudio de mi madre es ya con unos veinte años. Ya era novia de mi padre o probablemente ya estaba casada. Muy seria y con peinado muy elaborado como los de las actrices de Hollywood. El vestido de gasa negra con muchas alforcitas está ya hecho por ella. Aprendió corte y confección en Pueblonuevo al quitarse del colegio. Luce un alfiler de pecho que creo se lo regaló mi padre.

Respecto al colegio nos contaba tanto ella como mi abuela que un día al llegar del cole, ya con trece años, porque durante los tres años de guerra no fue, dijo que no quería ir más. La explicación que daba era convincente. Era muy alta, siempre lo fue, y parecía mayor que las demás. A esto unía que su cartera era más fea que las de las demás niñas. Era la de un tío suyo.

Mi abuela fue al cole a hablar con las monjas. Estas le comentaron que no se llevara a la niña porque era muy lista. Como pensaron que el motivo sería económico le propusieron rebajarle el coste del colegio, pero la niña fue tozuda y no consintió seguir.

Mi madre y abuela no se separaron nunca . Eran muy distintas y discutían y contradecían constantemente pero su ayuda siempre era mutua. Ni cuando se casó se volvieron a separar. Solo en el viaje de novios, que visitaron Madrid y Sevilla.

Mi abuela siempre hizo la comida y la compra. Y ella se encargaba de traer el agua de la Poza, la Monja, la Aurelia… y sobre todo de la costura. Mi abuela hacía por la noche punto para jerseys y calcetines.

El lavado en la panera lo hacían entre las dos. Cuando yo me incorporé lavaba los pañuelos y servilletas. Los lunes era el día dedicado a esa tarea. El estrujado de las sábanas tan complicado lo hacían entre las dos. Cuando vino la primera lavadora quitó alguna tarea pero para el retorcido de la ropa hubo que esperar a la automática. Mi abuela no conoció ese adelanto. Murió un año después.

Y las dos discutían con mi padre, en una ocasión le oí decir que era un hombre muy desgraciado porque había tenido que vivir siempre con su suegra.

La siguiente foto ya bailando con mi padre en una feria o fiesta de noche vieja en el casino. O carnaval. A mi padre se le ve una mirada muy viva y sonriente ella en cambio está más contenida. Creo que estaba embarazada de mi hermana pequeña. Ella tenía 29 años y mi padre 41. Mi abuelo les pagó las 5 pesetas de la entrada.

De su boda no se conservan fotos. Las siguientes son ya con los tres hijos pequeños recién venidos de la feria en el patio, ellos sentados en los sillones de mimbre, mi madre sosteniendo en su regazo a su hijo tercero, Luis Javier, de meses gordito y lindo, parece feliz y muy guapa, un día soleado de feria. Mi padre muy sonriente. Mi hermano, Pedro Antonio, con una garrota de feria y yo con un cubito en la mano, de pie delante de ellos. Vestidos de blanco con trajes cosidos y bordados por mi madre.

Cuando nació siete años después mi hermana pequeña ya empezaron las fotos de familia numerosa.

Mi madre se volcó mucho en ella y parecía feliz. Era una niña gordita saludable y simpática que nos hizo reír a todos en su niñez.